Luego, por suerte, tengo algunas pequeñas cosas que me mantienen con los pies en el suelo y me recuerdan que tengo mis momentos de suma estupidez. Puedo recoger entre estos grandes hitos:
- Dejarme las llaves de casa.
- Buscar las gafas que llevo puestas.
- Dejarme las llaves puestas en la moto y pirarme.
- Confundir el teléfono inalambrico con mi móvil y llevármelo por ahí.
- Meterme en el aula que no es y chuparme una clase que no es la mia.
- Irme sin pagar del supermercado por creer que ya lo había hecho.
- Convocar una reunión y no saber de que coño iba a hablar.
- Empezar a dar un concierto con el bajo eléctrico desenchufado.
- Encontrarme a un conocido, tener una conversación larga y al terminar seguir sin saber quien era.
Las pifias causadas por el alcohol como pensar que saltar a un río desde un puente en Asturias a las 4 am sería una buena idea o las carreras dentro de contenedores de basura los dejaré para otro día.
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